Festival de la caña de azúcar en Panamá

Festival de la caña de azúcar en Panamá

Una de las representaciones más autóctonas y antiguas del hombre del campo cumple setenta años en el pujante distrito de Pesé, provincia de Herrera.  Lugareños y visitantes celebran el Festival Nacional de la Caña de Azúcar y ya están listos para disfrutar el tradicional desfile de carretas que recorrerá las principales calles del pueblo.

                                 


Esta tradición, que cuenta con el apoyo económico de la Autoridad de Turismo de Panamá, tiene la particularidad de utilizar la caña de azúcar y sus derivados para la creación de hermosos carruajes, resaltando la materia prima que representa a este distrito localizado a 23 km de la ciudad de Chitré. 

Los artesanos que arreglan y confeccionan las carretas folclóricas aseguran que el trabajo es arduo, pero satisfactorio, pues ven en esto una competencia sana donde la creatividad y el talento dan como resultado auténticas obras de arte.

Juan Bosco Guevara, quien lleva 19 años decorando carretas, menciona que con una buena administración del tiempo y un equipo de personas diligentes, se puede hacer un óptimo trabajo en menos de un mes.

“Por lo general invertimos mes y medio para confeccionar una buena carreta con detalles específicos que la hagan resaltar de las demás, esto con el apoyo de hasta 8 personas; sin embargo, este año aunque iniciamos un poco tarde hemos invertido más horas, hasta 9 horas diarias si es necesario”, señala el joven oriundo del corregimiento del Pedregoso.

Las técnicas para utilizar la materia prima de la caña son diversas y dependiendo del tema que representen, es necesario teñir la caña, pintar el virulí y hasta pulverizar el bagazo para conseguir ciertas texturas que ayudan a darle una apariencia distinta y agradable, explica Bosco.

“Trabajo con todos los derivados de la caña, hasta el azúcar si llegara a necesitarla, porque soy fiel creyente que debemos procurar que no se pierda la verdadera esencia del festival”, dice mientras corta con sumo cuidado trozos de virulí para dar los últimos detalles a una de las principales piezas que utilizará para adornar el carro de su Majestad Cynthia Karina, Reina 2018 de este festival.

El precio estimado de una carreta oscila entre los  mil 500 a 4 mil balboas, dependiendo del estilo y los detalles que se deseen resaltar.  “Si es la carreta de la reina lleva mayor compromiso en el uso de colores diferentes y texturas; este año puedo asegurar que la carreta de la reina dejará a todos complacidos”, sostuvo.

Bajo el inclemente sol y con la ayuda de un afilado machete se extrae el famoso virulí, que es uno de los principales materiales para adornar ruedos, carretas y hasta detalles en la tarima principal del festival. Ramón Oscar Moreno, mejor conocido como Monchy, lleva 25 años en la faena, recolectando este delicado elemento para entregárselo a los organizadores del festival y a particulares que buscan este insumo para adornar sus carretas.

Moreno comenta que iniciando el mes de marzo emprende camino hacia los cañaverales a buscar este material, utilizando una camisa con mangas largas y sombrero de ala ancha.  Asegura que la mejor hora para extraer el virulí es entre 11 de la mañana y 12 mediodía, cuando el sol está más intenso.

“Lo que sucede es que el virulí a esa hora no tiende a resquebrajarse y aunque no pareciera, a esa hora está más fuerte y rinde más cada varita”, indicó.

En compañía de uno de sus hijos, inicia cortando entre dos surcos de cañaveral y apiñando varas de virulí una encima de la otra, colocando varios manojos amarrados con sumo cuidado para la venta.  Puede recibir hasta 150 balboas dependiendo de la cantidad que le soliciten y lo bien preservado que se encuentre el material.

La tradición de utilizar la caña y sus derivados es la marca inconfundible que motiva a los “peseenses” a aferrarse a las viejas costumbres campesinas y resaltarlas en este festival nacional que año tras año también ha enaltecido la belleza de la mujer del campo. 

Maritza Ureña vivió esta inolvidable experiencia en el año 1979, la cual recordará toda su vida como una de las más gratas mientras convivió en el famoso barrio “El Mango” y estudiaba en el colegio llamado antes como Secundario de Pesé. 

“Sinceramente no esperaba que por sorteo yo quedara de reina, porque fue algo que pasó tan rápido y no estábamos preparados, pero mi barrio y la gente nos apoyó mucho y representamos muy bien el festival”, señala Ureña, quien ya es abuela de tres nietas. 

La historia de un pueblo que se ha levantado cultivando la caña como uno de los recursos principales en su economía, de mujeres hermosas que engalanan las calles con sus melodiosas voces y de la alegría que nunca falta en la campiña interiorana, hacen de este festival un atractivo turístico para miles de visitantes.





 

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